viernes, 27 de septiembre de 2013

Carrera

Javier tomó un sorbo de agua y siguió trotando. Ya había aminorado la velocidad conforme el asma ganaba terreno. En una mano el inhalador y en la otra una botella con agua. Era increíble que él se animara a correr la maratón. En realidad no era maratón, porque sólo era de diez kilómetros, pensaba. Y de pronto recordó que Lucy nunca le había creído cuando él intentaba hacer deporte. Aunque quizás ella le decía palabras negativas para que él le diera la contra. O quizás no, así era ella, y no creía en él. Igual, ella ya era parte de su pasado aunque aún la veía todos los días.
Llegó a un punto del recorrido en que le tendieron otra botella. Deseó estar recostado en su cama con la música de Akira Kosemura. Qué delicia...recordó el piano en su cabeza y se transportó a aquella noche de concierto de sinfónica en la que él se propuso a Lucy. Ella dijo que no. Así de simple. Luego esperaron sentados en silencio a que acabare el concierto. Tropezó con una piedra y cayó de bruces. Quedó pegado al pavimento. Faltaban cien metros para la meta. El calor que emitía el asfalto era agradable. Decidió levantarse pero el cuerpo había adquirido mayor gravedad. La gente pasaba por su costado sin mirarlo. De pronto, alguien le lamió el rostro. Un pastor alemán le empujaba con el hocico y empezaba a ladrarle.

- Adiós -se despidió ella.

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